La mujer necesita continuar avanzando por un camino que la lleve desde la marginalidad y la subordinación hacia la autonomía y la participación en los procesos sociales; que la conduzca a la economía productiva y a la generación de ingresos, como forma de lograr una sociedad justa y equitativa, haciendo así realidad nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. Y en esa autovía del Progreso y el Desarrollo hemos logrado grandes avances.
Recientemente se ha publicado el informe “Global Gender Gap Report 2013”, el cual mide la brecha de género en 136 países del mundo. La República Dominicana alcanzó el puesto 72, mejorando 17 puestos con respecto al año anterior.
Sin embargo, para lograr el cambio defi nitivo en la equidad de género en nuestro país, se requiere un enfoque de intervención a largo plazo. Y para ello, hay un componente sustancial que nos permitirá construir ese camino: la educación.
El sistema educativo dominicano debe permitir que toda la ciudadanía asuma la equidad de género como un principio transversal en sus vidas, a la vez que se promueva aún más la formación de la mujer como herramienta de empoderamiento social.
Hay buenas noticias en ese sentido. La matrícula universitaria actual está formada por un 61% de mujeres, que son, a la vez, el mayor porcentaje de graduadas de todas las Universidades del país. Lo mismo sucede en los demás niveles educativos, más mujeres que hombres se forman en los niveles primarios, secundarios y técnico-laboral.
La experiencia nos indica que es determinante el rol de la educación en el combate a la pobreza, especialmente en aquellos hogares formados por mujeres Jefas de Hogar.
Es por esa razón que los programas de Transferencia Monetaria Condicionada que se llevan a cabo desde Progresando con Solidaridad, hacen especial énfasis en la formación y capacitación de las mujeres como ruta de salida de la pobreza.
Asimismo, la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) ha afi rmado varias veces que “es necesario acelerar este proceso de educación, como elemento central en la lucha contra la pobreza que se ha entablado en el continente”.
Sin embargo, aún persisten ciertos obstáculos derivados que no son específi cos de América Latina, y que requieren políticas y reformas educativas centradas en la promoción de las mujeres.
Uno de estos obstáculos, al cual nos hemos referido anteriormente, es el embarazo en las adolescentes. Enfrentar esta situación es un enorme desafío, ya que la maternidad temprana difi culta las posibilidades de progreso de la mujer, al generar deserción escolar en lo inmediato y reducir sus posibilidades de inserción laboral futura. En pocas palabras, la maternidad temprana saca a nuestras hijas del camino del progreso.
Otros obstáculos son la inequidad en el ámbito laboral y la necesidad de ampliar y mejorar aún más los servicios sociales y de cuidado, para que la mujer pueda dedicarse al trabajo, mientras sus hijos se están formando.
Tal como decía la fi lósofa y escritora británica Mary Wollstonecraft: “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”. Me suscribo a esta frase.
Necesitamos mujeres empoderadas, que fortalezcan su pareja y formen juntos familias más sanas y sociedades más seguras.
La educación es clave para la vida de las mujeres, específicamente para su autonomía física, económica, social y política. Una mujer capacitada es una mujer empoderada, capaz de prevenir y/o hacer frente a cualquier situación que le imponga un yugo o una situación de dependencia emocional o económica.
Una mujer capacitada invierte los recursos que genera en la educación de sus hijos y en la construcción de un hogar, lo que permite romper el círculo vicioso de la pobreza intergeneracional.
Una mujer capacitada ayuda a sus pares en la lucha contra la pobreza, contra la violencia de género, contra las injusticias sociales, la discriminación, el embarazo en adolescentes y otros males que afectan a la mujer.
Tal y como lo plantearon un grupo de jóvenes y adolescentes que participaron en Bávaro de una simulación de la Comisión de las Naciones Unidas para la Condición Jurídica y Social de la Mujer, necesitamos “Desarrollar la prevención y eliminación de todos los actos de violencia contra las mujeres, a través de la implementación de políticas públicas en el sector educativo orientadas hacia la promoción de valores universales de la igualdad, tolerancia, el respeto con especial atención a la equidad de género y la inclusión de las mujeres en todas las esferas de desarrollo”.
La mujer capacitada
Reviewed by Emma Pérez
on
noviembre 19, 2013
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