Autor: César Medina
Los del PPH andan locos y sin idea, impotentes ante una
realidad que les lacera el alma y que excede su escasa capacidad para entender
que la política se nutre de realidades, y que los dominicanos aplican como
axioma un dicho que en ese escenario cobra más vigencia que nunca: “¡Después
del palo dao, ni Dios lo quita!”. El Partido Revolucionario se recompone y
camina presuroso hacia un proceso interno que sellará definitivamente sus
heridas, renovará a su dirigencia en todo el país y escogerá a casi cinco mil
candidatos que darán la batalla en las elecciones del 15 de mayo del dieciséis.
Resulta prematuro hacer vaticinios sobre el resultado de
esas elecciones, pero es seguro que el PRD hará lo acostumbrado: echará el
pleito de campana a campana, y con el desgaste natural de un partido con 12
años seguidos en el poder, cualquier cosa puede suceder.
Por supuesto que no será fácil, pero a nadie en sano juicio
se le puede ocurrir subestimar la capacidad de reacción de un partido con 75
años de existencia, que ha ganado cuatro elecciones y con una raigambre social
casi mítica que se ha pasado la antorcha durante cuatro generaciones.
Ese PRD histórico está vivito y coleando y su ascendiente en
la base social dominicana está intacto, con posibilidad real de volver a la
principalía electoral en cuanto se le presente una opción válida, coherente,
dispuesta a ganar y consciente de que no puede cometer las locuras del inefable
en las elecciones pasadas.
¡El asunto es ganar... ganar!
El PRD quiere volver al poder después de 12 años de
oposición... Una muestra de ello es la forma en que ha comenzado a reagruparse
bajo el liderazgo de Miguel Vargas, consciente de que la división conspira
contra esa posibilidad y amenaza hasta su propia existencia.
Los perredeístas están volviendo mansamente a su redil... En
los barrios, en los pueblos, en sus máximos niveles directivos dan muestras de
que desean incorporarse a los trabajos de la convención que inicia el 23 de
este mes y concluirá en julio con la proclamación de sus nuevas autoridades.
Miles de ellos buscan ser candidatos al Senado, a la Cámara
de Diputados, a los cabildos, y saben que no pueden perder sus espacios por
malquerencias en sus máximas instancias de dirección.
Para esos perredeístas --en su mayoría con muchos años de
militancia activa--, el PRD institucional no puede estar subordinado a los
caprichos de una insurgencia que se va quedando sola. El propio Hipólito Mejía
se ve cada vez más solo... Cuando no, muy mal acompañado y con penosa asesoría.
Abinader igual... o peor.
Los demás son los demás...
Hasta ahora Hipólito ha resistido el abejoneo para formar
otro partido o para lanzar una candidatura al margen del PRD. Su problema es
que pocos, hasta en su propio grupo, le acompañarán en esa aventura.
Su soberbia, sin embargo, la sigue llevando a flor de
piel... Producto de la impotencia dio unas declaraciones funerarias --impropias
de las normas más elementales de los buenos modales políticos--, para referirse
a Vargas con vocabulario despectivo.
Esa actitud hostil le va enajenando apoyo en su propia base
de sustentación perredeísta.
Algunos de los que lucían más fanatizados contra Vargas le
están exigiendo a Hipólito que acepte con humildad una “negociación digna” que
garantice la unidad del partido. Pero otro grupo le susurra otra cosa y hasta
podría llegar a cometer una acción macabra.
¡El dolor de la impotencia!
Reviewed by Emma Pérez
on
febrero 18, 2014
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