BARAHONA.- Tras los menesteres políticos nos
trasladamos el pasado lunes hasta la comunidad de Cabeza de Toro. Eran
las 3:40 de la tarde y ya el cielo se tornaba a oscuras, presagio de una
nublazón que, conforme pasaban los minutos, el firmamento se hacía más
gris.
Al pasar exactamente frente a La Isabela, comunidad situada
en plena zona cañera, al llegar ahí se abrieron las nubes y empezó un
diluvio que, aun llegando hasta la meta, no paraba de mojar aquellos
campos que en todos estos meses fueron golpeados inmisericorde-mente por
una horrible sequía, sinónimo de hambre , miseria y pobreza.
Junto
con el Gobernador Civil de la Provincia Bahoruco, Rafael Cuevas,
pernotamos en la residencia del principal líder político de la
comunidad, el profesor. Santos Sebastián Encarnación. Mientras en
nosotros se expresaba la sorpresa por el agua, en ellos se vislumbraba
una sonrisa contagiosa, expresión de la alegría, la dicha y la vida que
trajo consigo aquél “diluvio cerrado” de aguas que paría la lluvia.
Dicho
sea de paso, aunque contactamos a varios líderes de allí, el encuentro
que nos llevó a Cabeza de Toro tuvo que ser pospuesto para el próximo
lunes, pero aprovechamos el tiempo intercambiando con moradores y
productores, quienes nos hicieron participe de esa felicidad que le
trajo la lluvia al caer.
Sólo nos quedó decirle que “a quien Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga”.
Sin
embargo, mientras en la distancia todo era alegría por las aguas
caídas, lo mismo no se expresa en el casco urbano de Tamayo. Aquí, en
cambio, por las lluvias que caen, la comunidad se atemoriza y cruza los
dedos para que estas aguas benditas se alejen y se alejen lo más lejos
posible, dado que con ellas el poblado se convierte en una Venecia, lo
que dificultad el desplazamiento, entorpece la vida y hace de Tamayo un
verdadero infierno.
El caso es que por la inexistencia de un
sistema cloacal en la ciudad, las aguas que caen se concentran sin
salida, lo que deja todo imposibilitado. Es una verdadera maldición, una
situación terrible, lo que hace perentorio la intervención de las
autoridades competentes con las soluciones ya prometidas y que tanto
esperamos en Tamayo.
Las aguas nos traen la vida, pero si caen sobre Tamayo, las mismas se convierten en un infierno.
Llueve en el árido Sur
Reviewed by Emma Pérez
on
noviembre 06, 2014
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