Ser “invisible”


Ser “invisible”Existen esas personas que son imperceptibles, que pasan desapercibidas o no son tomadas en cuenta por un conglomerado, o no se destacan, no son visibles, no son reconocidos..., pero están allí. Es solo que su presencia no es un hecho para los demás. Sobre el tema habla Karina Pereyra, terapeuta en Nuevas .


Constelaciones Familiares, quien aconseja evitar serlo y, cómo de manera sana y equilibrada la persona puede integrarse y hacerse presente. Al respecto responde algunas interrogantes.
¿Ser invisible forma parte de un rasgo de la personalidad o la persona decide ser invisible por un hecho en particular que le haya sucedido?
Conocernos a nosotros mismos es la gran finalidad de la existencia. Primero tenemos una imagen (cómo nos miramos) que nos lleva a elaborar un concepto (qué pensamos de nosotros). La elaboración de nuestro autoconcepto se forma a partir de dos pulsiones: estar ausentes y estar presentes. Oscilamos entre la necesidad de ser reconocidos y la necesidad de no llamar la atención o ser invisibles. Hasta ahí es algo totalmente normal. El movimiento hacia una pulsión o hacia otra dependerá de los contextos (familiares, sociales y personales) en el que nos encontremos.

El problema llega cuando la persona se traba en una única necesidad, ya que esto le llevará a aplicar los mismos esquemas a situaciones muy distintas y empezará a tener dificultades para socializar, generándole una sensación de frustración y dolor.

Cómo saber si es invisible
El problema llega cuando la persona se traba en una única necesidad, ya que esto le llevará a aplicar los mismos esquemas a situaciones muy distintas y empezará a tener dificultades para socializar, generándole una sensación de frustración y dolor.
Cómo saber si es invisible
Una persona de bajo perfil, a la que no le gusta llamar la atención, puede perpetuar su manera de ser en complicidad con un grupo social indiferente, que ha perdido la conexión sensible con los demás. Así lo expresa Karina Pereyra, Terapeuta en Nuevas Constelaciones Familiares, máster en Pedagogía Sistémica, al ser cuestionada sobre: ¿Se mueve una energía también en los demás que hacen que no me perciban, qué rol juegan los demás en este sentido?
 Añade que no se genera una persona invisible sin la participación del grupo. El colectivo empieza a no prestarle atención. El proceso surge con detalles pequeños que van en escalada, como no saludarla, no darle participación de las actividades u olvidar citarla al rememorar un acontecimiento, desconocer lo que hace, ignorar su nombre, etcétera.
¿Puede convertirse ser invisible en una patología, puede una persona vivir así?
Para mantenerse con vida, el ser humano necesita formar parte de la manada. Ser adultos implica ser responsables de la satisfacción de las propias necesidades (físicas, emocionales y mentales), pero para lograrlo requerimos la participación de los otros. Ser invisible para los demás va más allá de no ser percibido o visto. Mirar es darle a la realidad del otro un espacio dentro de la propia realidad. Hemos sido creados para amar y ser amados, y el amor se expresa en la mirada.
¿El que nadie me vea cómo influye en mi vida?
De algún modo, creo que ser invisibles es uno de los mayores miedos que podemos experimentar. Donde hay miedo no puede manifestarse el amor. Sin amor la vida no tiene sentido. Al principio la persona puede sentir malestar, sentimientos de inadecuación, tristeza y desmotivación. En poco tiempo empobrece su autoimagen, su autoestima se afecta y no siente respeto por sí mismo. Si la invisibilidad persiste, puede llegar a la depresión e incluso a la muerte.
¿Las personas invisibles desarrollan una relación con ellos mismos o esto no tiene por qué ser así, por qué deciden ser invisibles?
Ser invisible no es una decisión consciente. Cuando nos referimos a personas invisibles señalamos una vida que se desarrolla en circunstancias complejas. La pertenencia es el primero de los órdenes del amor que plantea el terapeuta sistémico Bert Hellinger, en un sistema de tres principios que regulan las interacciones humanas.
La transgresión de estos órdenes provoca un gran dolor. Desconectarnos es una de las formas más utilizadas para lidiar con el sufrimiento. El asunto con esto es que entramos en una anestesia generalizada, que bloquea muchos sentimientos y emociones. Desde ese lugar, ¿podemos tener una sana relación?
¿Qué aspectos positivos podemos resaltar de estas características y cuáles no lo son tanto?
No ser notado puede ser sano y ventajoso en ciertas circunstancias. Uno de los precios más caros de la celebridad es perder la actividad de la vida cotidiana. La invisibilidad es como la sal en la comida, una pizca resalta su sabor pero mucha cantidad la daña.
¿Se puede ser feliz siendo invisible, no destacándose?
Según mi criterio no. La felicidad se relaciona con lo que ocurre fuera de nosotros. Si pertenecen a un grupo, las personas podrían manejar el hecho de no ser destacadas. Ser invisibles afecta el tejido de las emociones, y las emociones manejan la biología.
¿Pueden otros hacernos invisibles sin nosotros participar en la dinámica?
No. Es necesario que les concedamos el permiso, ya sea consciente o inconscientemente.
¿Soy invisible porque me rechazaron, porque no me siento apto o porque no me siento parte? ¿Por qué?
La gente se invisibiliza cuando no logra superar las deformaciones de la realidad que interpretó el niño. Ese niño interior herido continúa manejando la vida del adulto de manera tiránica, con expectativas exageradas de cómo debe ser el mundo. A eso le sumamos el hecho de que la sociedad suele rechazar a los miembros que expresan estilos afectivos que salen de la norma aceptada por el grupo.
Si la persona decide lo contrario ya sea porque siente que le afecta o no quiere vivir más así, ¿qué herramientas puede tener a la mano para vivir el cambio de no ser visto a ser visible?
La invitación es a preguntarse, ¿se siente bien sentir lo que siento? Si la respuesta es no, lo primero es asumir responsabilidad de lo que ocurre. Si creemos que el origen de nuestro dolor está en los demás, las soluciones también lo estarán. Sentirse invisible es parte de una autoimagen, un autoconcepto y una autoestima lastimadas.  
Para tomar acción en la solución del problema, la persona podría hacer una lista detallada de los momentos en los que se siente ignorada por los demás. Por ejemplo, dijo buenos días y no recibió respuesta, fue a una fiesta de la oficina y nadie le habló, asistió a un cumpleaños familiar y no notaron su ausencia en la foto, etcétera.
Luego, debe procurar reconocer la reacción emocional que tuvo (confusión, negación, tristeza, rabia, etcétera), y buscar los patrones que sostienen la situación. ¿Se siente ignorada en el trabajo o en la casa? ¿En contextos sociales o privados? ¿Por la gente de su generación? ¿Los más jóvenes? ¿O los más viejos? ¿No recibe mensajes ni llamadas?, ¿Hay alguien en particular que no le mira? ¿Reconoce algún evento a partir del cuál empezó todo?
 Observar cómo actúa en las relaciones también es un paso para empezar a ser notada. Por ejemplo, ¿Se siente cómoda conociendo gente?, ¿Siente ansiedad cuando va a hablar con otras personas? Buscar una persona en la que confíe (o admire) que le ayude a identificar sus objetivos sociales y se involucre para alcanzarlos es importante. En caso de que no pueda moverse en esta dirección, la persona debe pedir ayuda profesional.


Ser “invisible” Ser “invisible” Reviewed by Emma Pérez on abril 30, 2018 Rating: 5
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