SANTO DOMINGO.-En la confianza está el peligro. Así reza un dicho y, por desgracia, así ha quedado confirmado en la mayoría de los horrendos asesinatos registrados en el país en las últimas semanas, en los que casi siempre el victimario resultó ser una persona conocida o de “entera confianza” de la víctima.
En algunos casos el móvil del crimen fueron los celos, a veces fue una deuda o el mero robo, en unos aún se desconocen las razones, pero el elemento común es que el o los asesinos eran familiares o personas muy cercanas.
El último de los homicidios fue el de la bailarina higüeyana Wilma Martínez, a quien luego de dos días de haberla asfixiado y lanzar su cadáver en un lugar deshabitado en la carretera Miches-El Seibo, las dos confesas asesinas pagaron a un hombre para que fuera al lugar donde yacía el cuerpo de la víctima y le cercenara la cabeza “para que no la pudieran identificar”.
Las dos verdugas eran hermanas y durante años amigas íntimas de Wilma, por lo que esta jamás sospechó que tramarían algo en su contra.
También está el sonado caso de la prestamista Yesenia Altagracia Rivera Figuereo, quien fue asesinada de un balazo en la cabeza y luego quemada dentro de su vehículo en la avenida Venezuela.
El responsable de la muerte de Rivera Figuereo fue Emilio Rafael Trinidad Mendoza, primo de crianza de la víctima. El móvil fue por una supuesta deuda de 300 mil pesos.
Pero uno de los crimines más escalofriantes y nunca antes visto fue el de la profesora de Barahona, Lenny Féliz Féliz, quien fue asesinada justamente por tres personas que se supone deben de combatir la violencia: educadores.
Féliz Féliz fue asesinada el 19 de julio a martillazos y su cuerpo enterrado a un kilómetro de la carretera Barahona-San Rafael, lo que dejó sumida en el dolor y asombro no sólo a su familia, sino a toda la sociedad, pues nadie podía imaginar que tres personas encargados de dar educación serían capaces de cometer un crimen tan horrendo.
La violencia que cada día cobra más vidas en el país mantiene a la sociedad sumergida en un temor profundo, nadie sabe quién será la próxima víctima y menos si su asesino está dentro de su casa o en su entorno más cercano.
FUENTE. EL DIA
Reviewed by Emma Pérez
on
agosto 25, 2011
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