POR FAUSTO PIÑA
Generalmente el ser humano vive en, y de ilusiones, las cuales, luego se traducen en frustraciones, debido a que no vive conforme a las realidades de las circunstancias. La pobreza como factor visible de las sociedades, es la mayor frustración de todo individuo, y por ende de toda la colectividad. De ahí que, surgen dichos que más que atacar la pobreza la justifican. Además de que, muchos se conforman viendo la pobreza como una bendición o virtud humana. La pobreza es una iniquidad social, causada por el mismo hombre, por tanto, es frustratoria.
La realidad de la vida, es la visión correcta de las circunstancias en que se vive. No hay forma de que una realidad se convierta en algo irreal, en consecuencia, cada quien debe conocer su realidad, tanto en sus debilidades como también en sus fortalezas. Estas, pueden ser económicas, psicológicas, sociales, físicas, emocionales y espirituales. Partiendo de una realidad, ésta se puede transformar poco a poco hasta convertirla en una realidad mejor, pero se requiere esfuerzo que conduzcan al propósito determinado.
La vida religiosa es una realidad en cada entidad humana, pero muchas veces se presenta invertida bajo un fanatismo, e ignorancia que conlleva a la frialdad, a la incredulidad, al escepticismo, o a la duda. El mundo ha tenido y tiene muchas religiones, lo cual evidencia que hay un vacío en cada ser humano que debe ser llenado, aunque otros lo ven como producto de la ignorancia. De lo que sí hay prueba es que ese vacío, o se llena con la religión, o con el desenfreno de los deseos insanos, con paganismo, o con endiosarse con el conocimiento.
En nuestros pueblos iberoamericanos, influenciados fundamentalmente por el cristianismo y por el paganismo, se vive un sincretismo místico religioso, que como realidad queda expresado de una manera indeterminada. De ahí que, son pueblos ni paganos ni cristianos. No obstante, esta realidad confusa ha existido desde muchos siglos, y es en gran medida causante del poco desarrollo intelectual, económico, social y espiritual de ellos. Pues, no existe una discriminación en búsqueda de la verdad, sino una aceptación y conformismo con la realidad presente.
Ejemplo, una familia cristiana, con facilidad tiene miembros desviados en sus conductas, debido a las influencias del paganismo en toda su expresión social; o viceversa, una familia pagana, tiene miembros cristianos por la influencia del cristianismo. Esta dualidad no es conveniente para el desarrollo de la familia, pues se pierde energía en contradicciones estériles. De ahí que, surge una realidad equivocada, un secularismo escéptico. La fe es necesaria en el individuo y en la sociedad para que pueda haber un desarrollo correcto de los mismos, pero tiene que ser una fe definida y basada en valores indentificados.
La realidad de la vida es que el hombre tiene muchas y diversos tipos de debilidades, lo cual necesita de la orientación y apoyo de la Divinidad. Entre los griegos, especialmente en Atenas, habían diversas creencias paganas, como resultado del vacío interno no llenado por la intelectualidad. Por eso, el apóstol Pablo les dijo: «Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: Al Dios no conocido. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio» Hc. 17: 22b, 23.
La realidad de la vida es que tenemos intelectualidad (secularismo), paganismo y cristianismo en nuestros países iberoamericanos. Esta es resultante de los conflictos políticos de la época de la edad Antigua y Media, las cuales condujeron a una edad Contemporánea confusa. Otras religiones también, dejaron huellas, pero el cristianismo se impuso en la Europa Occidental. Por consiguiente, nuestra realidad es el fruto de un pasado conflictivo, despiadado e interesado.
En consecuencia, nuestra realidad de vida, es producto de muchas filosofías, religiones, políticas y paganismo que se reflejan en las diversas conductas de nuestra gente. Por lo que, para salir de este hoyo, se requiere de muchos esfuerzos y de valores y principios que busquen un objetivo de bien social y personal. Esto es posible, con la conversión a Cristo, siempre y cuando sus doctrinas sean practicadas por los creyentes. Solo en Cristo está la salvación temporal y eterna de nuestros pueblos. Esa es la realidad de la vida.
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