San Cristóbal.- El himno nacional sonó en la cárcel Najayo Mujeres minutos antes de que las reclusas preventivas pudieran ejercer su derecho a voto.
Los muros del centro
penitenciario ardían bajo el sol de un día de elecciones histórico. Desde
arriba, en las torres de control, los guardias carceleros vigilaban la zona.
Desde abajo, en el terreno, observadores internacionales, miembros de la
embajada estadounidense y de la Junta Central Electoral (JCE) estuvieron
presentes en Najayo Mujeres para supervisar este derecho a voto.
Antes de que las reclusas
salieran de dos en dos para introducir su decisión en la urna, Dolores
Fernández, magistrada de la JCE, dio un pequeño discurso.
“Hoy es un día muy especial para
la democracia dominicana. Al hablar de la dignidad humana pienso en Nelson
Mandela. El primer ejercicio que debemos hacer es reconocer que los privados de
libertad forman parte de la sociedad”, expuso. Además, aclaró que solo los
presos que no han recibido condena pueden votar. Los otros, tal y como dicta la
Constitución, lo tienen prohibido.
Acto seguido, tras sus palabras,
las mujeres reclusas en Najayo Mujeres fueron saliendo de dos en dos.
Escoltadas por guardias, se acercaban a la mesa y cogían una papeleta. Luego,
en un atril marcaban su voto para después introducirlo en la urna de cartón.
Todo ello ante la mirada de decenas de cámaras, que tenían prohibido grabar sus
rostros por cuestión de privacidad.
Ellas no iban esposadas, tampoco
con un uniforme carcelario. Entre toda aquella multitud de funcionarios,
supervisores y prensa, era fácil confundirlas con un espectador más. Sin
embargo, tenían la atenta mirada de los guardias, que vigilaban sus movimientos.
En medio del calor, la cárcel y
la observación internacional, las reclusas sin condena pudieron elegir la
casilla de un candidato a la presidencia al que, dependiendo de la pena que
reciban, solo podrán ver entre barrotes de acero.